viernes, 15 de mayo de 2020

EL REGRESO

Relato participante en El Tintero de Oro, convocado por David Rubio Sánchez

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En mitad del poco iluminado túnelfuera de la ciudad, antiguo paso de aguas servidas, por el que había conseguido escapar, Cristian detuvo un momento su frenética huida para recuperar el aliento. Saltó a su vista el detalle del suelo que mostraba vestigios de baldosas amarillas, parcialmente ocultas por la suciedad. Volteó a mirar si su carcelero le seguía, afortunadamente no era así.

Intentó calmarse recordando las historias infantiles que le leía su abuela, mientras caminaba en la penumbra de la tarde lo que le faltaba para regresar a su casa, hacia una calle conocida.
A pesar de ser un chico, sabía varias historias consideradas para chicas, su abuela le leía antes de dormir cuentos como El patito feo, Los viajes de Gulliver, El sastrecillo valiente; y, de los otros, como Mujercitas o Alicia en el País de las Maravillas.
Era indiferente el género, lo importante eran las mágicas historias de vida que encerraban los ilustrados señores de papel.
Se ubicaba así mismo, al ir corriendo buscando la carretera conocida, como si fuera uno de los tres cerditos, queriendo refugiarse en la casa de su hermano para no ser atrapado por el lobo.
Le habían secuestrado para cobrar un rescate, ya que pertenecía a una familia multimillonaria.
Al encontrar la carretera para continuar con su regreso, no entendía por qué la gente lo miraba curiosa, recordó El traje nuevo del emperador, y aunque él no estaba desnudo llamaba mucho la atención.
Su cabello negro desaliñado, sus pronunciadas ojeras que aumentaban la oscuridad de su mirada café, contrastaba con su tez extremadamente pálida, su mal olor corporal debido al cautiverio, lo polvoriento de su ropaje... Tal vez sería era eso.

Veintidós años pueden ser muchos o pocos, depende de qué modo se mire.
Cristian era un personaje en toda regla, tenía la intrepidez de un niño de nueve años que no conoce el peligro, la inocencia de un adolescente enamorado, y la osadía de un adulto que pisa fuerte.
Él era un maestro del escapismo, disfrutaba con sus amigos simulando las hazañas del mismísimo Houdini en sus juegos, lo que le valió para escabullirse del sótano donde le retenían.
Si se quiere, ─pensaba en su caminar de regreso─ hasta había gozado de esa semana que estuvo secuestrado como si fuese una aventura. Se había situado en el desdichado encierro de Rapunzel.
Maltratado, con apenas alimentos y con el dolor persistente en la cabeza que le había dejado el golpe en la nuca que lo noqueó cuando le cogieron; al respirar hondo, con la molestia en las costillas que le cortaba un poco la respiración, producida por un puntapié correctivo que le habían aplicado, aspiraba con el aire de la tardecita, el dulce placer de la libertad.

En sus pensamientos aparecían personajes de películas, reclusos
que se escapaban, mujeres golpeadas que defendiéndose acababan con la vida de su agresor, indigentes que soñaban vivir rodeados de billetes... Sí, él podía ser todo eso y más, todo lo que su imaginación le permitiera.
Recordaba otra vez a Alicia, aquella niña de sueños disparatados, y todo ello le hacía sentirse protagonista, necesitaba psicológicamente tener una importancia que no le daban en su vida de joven rico.

A lo lejos escuchó ladrar a los perros, de nuevo recordó que podía ser un señal de que estaba llegando.
Pensó también si tenía algún poder que le permitiera demostrar su lado altruista distinguiéndolo del resto de mortales, sintiéndose como un hombre de hojalata que desea un corazón, él anhelaba ayudar a otros, darles todo el cariño del que carecía.



El brillante reflejo del sol entró irrespetuoso en la humilde alcoba infantil, al mismo tiempo con el sonido estrepitoso de la cortina de enrollar al elevarse, rota en alguna parte por falta de solvencia económica para arreglarla.
Un bondadoso beso en la frente y una caricia, hecha con unos envejecidos y cariñosos dedos sin joyas, en la mejilla lisa del pequeño,
interrumpió su sueño, quien abriendo sus inocentes ojos cafés, escuchó esa dulce voz de acento maternal que tanto le adoraba:   
─¿Otra vez viajando por mundos irreales con Morfeo? Aún dormido, tenías una sonrisa. Hoy cumples diez años, ¿lo recuerdas? 
Venga mi nieto, regresa ya de tu país de maravillas.


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domingo, 10 de mayo de 2020

Miremos a través de colores...

Iniciativa Escrita


Seamos seguidores es una iniciativa pensada para crear una pequeña comunidad de blogs que se conozcan y colaboren entre sí. Entre el mantenimiento del blog, el trabajo de las entradas y la vida personal de cada uno, a veces resulta difícil dedicar tiempo para conocer otros blogs interesantes. Así que me ha parecido una iniciativa excelente y participaré en ella sin dudarlo.

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