Relato participante en el concurso literario de El Tintero de Oro, organizado por David Rubio Sánchez, esta vez homenajeando a Tom Sharpe y su famosa novela Wilt.
Adolescente ya, el físico de Rosita iba reflejando la belleza de su madre. Entre lo poco generosa que la naturaleza había sido con ella de pequeña y junto a sus travesuras imparables, era ya tarde para cambiarle el mote: Rosita la mosquita.
El talento que demostraba al piano, nada decía de la osada niña que cogía a su abuela de la gran nariz que poseía y tirando de ella le obligaba a menear la cabeza a los lados, mientras reía a mandíbula batiente.
—¿Otra vez Rosita? ¡Ya está la mosquita en mi nariz! —protestaba con cariño la septuagenaria.
—¡NOOOO! —gritaba su abuelo desconsolado, entre las carcajadas de la nieta, cuando esta le arrancaba uno o dos cabellos blancos, de entre los pocos que lucía muy separados entre sí, en su frente despoblada de tal belleza natural.
La vida le tenía reservada una sorpresa a esa mosquita inquieta, que al menos compensaba con su habilidad musical, la falta de vivacidad necesaria para sobrellevar una adultez habitual.
Se convirtió en una graciosa joven —literalmente— la cual en el conservatorio conoció a Carlos, quien enseguida se percató de que una compañera de vida como ella jamás le traicionaría.
Sabía que su inocencia, su risa bobalicona, su falta de maldad, encajarían a la perfección con su anhelo de hacerse con una esposa dependiente.
Lo confirmó en una reunión de fin de curso, al acabar entre risas cuando, al pedirle que le trajera un trocito de pastel, Rosita lo llevó entero a la mesa, con tan mala suerte que se dobló de tal manera un tobillo en el camino con el tacón, que le hizo dar un giro completo repentino y con un alarido de sorpresa ¡UUAAAAAAA! soltó el pastel por el aire acabando en la cabeza de Carlos, quien sonriente le hizo notar:
—¡Te pedí uno pequeño, cielo!
Al año siguiente, en el acto de clausura, los alumnos debían ejecutar una pieza como solistas y otra en grupo. Carlos confiaba en que Rosita llevase las partituras pertinentes, ya que practicaban juntos en casa de ella.
—¡¡No me digas que no las has traído!! —le preguntó incrédulo. ¡No me lo digas!
—No las he traído —contestó ella divertida.
—Te pedí que no me lo dijeras.
En estos casos, nunca falta un bravucón que se divierte con las carencias ajenas, y Rosita no sería una excepción.
Vicente, el vecino grandulón de su misma calle, de la edad de Rosita y Carlos, espantaba al gatito de la señora de enfrente hasta que se trepara al Paraíso, árbol decorativo de la ciudad. Llamaba entonces a Rosita para pedirle que subiera a buscarlo.
Al enterarse Carlos de esto, le advirtió:
—No le hagas caso, no seas tonta, que él te hace subir para verte las bragas.
Pasan los días y se reitera la situación. De nuevo le advierte su novio:
—Cielo, ya te he dicho, no subas, que es para mirarte las bragas.
A la semana siguiente otra vez, y de nuevo le repite Carlos la realidad, pero ahora Rosita que parecía al fin percatarse de lo que ocurría, le contesta triunfante:
—Hoy no pudo verme las bragas, ¡porque esta vez me las quité!
Pasaban incontables horas juntos, tonteando y riéndose de todo y de nada.
Ya profesionales pianistas, Rosita era el terror de los organizadores de eventos, porque por suerte era entre bambalinas que regularmente realizaba alguna de las suyas, mas su talento era mejor que el de varios avezados maestros.
El día del casamiento llegó con la tranquilidad de un mar en calma. Tranquilidad que duró muy poco con el entusiasmo permanente de la novia.
Se casaron en la playa. Rosita acabó rebozada de arena en la cual arrastró a Carlos, con sus locos bailes y saltos acompañados de gritos y carcajadas.
Mientras el fotógrafo no daba crédito a lo que veía, iba guardando imágenes de lo que más se parecía a una loca fiesta carnavalesca que a una sobria boda.
Los trajes blancos de ambos, acabaron manchados y empapados, con olor a sal y un maquillaje y el peinado de los dos tan desastrosamente desaliñados que eran dignos de una comedia de la gran pantalla.
No creo que haya otro álbum de fotos como el de estos dos tortolitos.
Los trajes blancos de ambos, acabaron manchados y empapados, con olor a sal y un maquillaje y el peinado de los dos tan desastrosamente desaliñados que eran dignos de una comedia de la gran pantalla.
No creo que haya otro álbum de fotos como el de estos dos tortolitos.
Rosita, la mosquita, tenía talento, inocencia, mucha locura y un esposo que la cuidaría...
Ella le regaló el dibujo de un corazón lleno de números. (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9).
—¿Qué es esto? —preguntó él.
—Mi amor por ti —conociendo que sería otra de sus rarezas quedó observándola pensativo, a lo que ella prosiguió, aguantando su risa:
—Mi corazón, que es sincero. SIN-CERO. ¡Ja, ja, ja, ja, ja!
Bajo la sonrisa de él, ella siguió bailando descalza en la arena, con el fotógrafo detrás.
Los padres hacía mucho tiempo la habían dejado al cuidado de los abuelos.
A esta niña tan desfavorecida, al final la vida le había dado muchos premios...
¿Acaso los cuerdos son los más felices?
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Hola Carla, un nombre muy apropiado la de la niña ya mujer, "Rosita la mosquita" Una historia muy curiosa, muy ocurrente. Un abrazo compañera.
ResponderEliminarMuchas gracias amiga Eme, entiendo que te ha parecido original. Me alegra mucho.
EliminarTe devuelvo el abrazo.
Los personajes y los diálogos hilarantes, me he reído con todos los ups and downs de la peculiar Rosita la mosquita. 😆
ResponderEliminar¡Un saludo y mucha suerte!
Reto conseguido entonces, por lo que me dices de que provoca risas. Me deja contentísima saber que lo he logrado, muchas, muchas gracias.
EliminarSuerte para ti también, dos besitos.
¿Rosita la mosquita... muerta?
ResponderEliminarMás bien la patosa ¿no?, con un corazón sin-ceros 😜
Una historia simpática. Un abrazo, Carla.
Gracias Isa, por tu tiempo. Se puede ver de diferentes maneras a la prota. El mote de "mosquita" está puesto a propósito para lograr en el lector un efecto ambiguo.
EliminarMe alegra haberlo conseguido.
Otro abrazo, compañera.
Gracias, Carla, por participar con este relato en la XXV edición del concurso dedicada a Tom Sharpe y Wilt. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarSeguimos al pie del cañón frente a las adversidades que cada vez son mayores en mi hora de escribir. Me alegro cada vez de poder seguir aquí, con todos estos grandes compañeros escritores.
EliminarMuchas gracias a ti.
Un abrazo, y sigue así de genial.
Hola, Carla. Esa mosquita inquieta tiene sabiduría de la naturalidad. Estoy de acuerdo, la felicidad necesita unas dosis de locura para florecer plenamente. Muy bien planteada la forma de mostrar ese "amor sin cero". Suerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchísimas gracias amiga Carmen, por dedicar tan elogioso comentario al planteamiento. Parecía un reto sencillo pero ya sabemos todos que ninguno lo es, y eso es lo mejor de este concurso.
EliminarTe devuelvo el abrazo más fuerte.
Hola Carla, que gran personaje el de Rosita, y sus peculiaridades, un tono de humor que logras mantener durante toda la narración, muy fluida, llena de situaciones rocambolescas, he disfrutado leyéndolo, es una gran experiencia este reto, por lo mucho que me he divertido leyendo este y otros relatos muy originales, Saludos, un abrazo y suerte.
ResponderEliminarHola Mik, gracias por tus palabras. Me reconforta enormemente saber a través de ellas que, he cumplido con los requerimientos del concurso y además me ha salido un relato diferente, donde la lectura se hace amena de principio a fin. Todo esto es lo que intenté conseguir, y mira por donde, se entiende tal cual.
EliminarEs un honor compartir espacio literario contigo.
Gracias de nuevo, mucha suerte para ti también, otro abrazote.
Hola Carla, está muy bien tu relato, me gustó mucho la última frase. A veces la locura y estar un poco ajeno a las cosas las hace más llevaderas. Saludos.
ResponderEliminarLa locura es un placer y solo los locos lo sabemos, je, je, dice una frase hecha.
EliminarMe alegro mucho que te haya gustado y que se haya entendido como lo describes.
Un abrazo y gracias.
Me encantó la inocencia de Rosita la mosquita, no tanto su novio, pero no puede haber tanto loco suelto... Tienes mis votos, cuántos... es pronto para quitarme las bragas.. Suerte!!
ResponderEliminarA pesar de ser un espabilado, de tener su punto de astucia, el novio no se describe como mala persona.
EliminarJa, ja, ja, al final me haces reír tú a mi con tu comentario, el cual te agradezco muchísimo y con todas las bragas en su sitio.
Un abrazo y muchas gracias por tu tiempo.
Divertido relato de Rosita la Mosquita. Me he reído a placer. Un abrazo.
ResponderEliminarNo tienes idea, amiga Mamen, cuánto me alegras! Saber que este género humorístico logra su cometido, que no es otro más que el del concurso, me hace sentir que mi esfuerzo ha merecido la pena.
EliminarOtro abrazo. Te agradezco muchísimo tu visita y lectura.
Gracias a la locura con la que vino al mundo Rosita pudo como una mosquita "muerta" llevarse el gato al agua y crearse un buen futuro al lado de su inseparable Carlos, que no se enteraba de la misa a la media y siempre tan feliz como una perdiz.
ResponderEliminarHas creado un estupendo y divertido relato con una pareja contradictoria y que fácilmente podemos visualizarla.
Buenísimos diálogos que facilitan la sonrisa al lector con tan original historia.
Un abrazo enorme, amiga Carla.
Lo has clavado, mi querida amiga y maestra Estrella. Agradezco mucho tu concienzudo comentario y me alegra mucho saber que al menos he logrado sacar esas sonrisas tan esperadas. Con eso, me siento reconfortada.
EliminarDos besotes.
Hola, Carla. Me ha parecido muy divertido tu relato. Los diálogos son muy frescos y ocurrentes. Buen trabajo. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarTe agradezco mucho, amigo Beri, tus palabras llenas de ánimo. Y el hecho de que te haya parecido divertido, aún más.
EliminarMuchas gracias por pasarte y comentar.
Otro abrazo.
Hola Carla, me ha encantado tu relato con el que he paso un rato la mar de divertido imaginando cada escena. Me ha recordado una de esas pelis cómicas del cine mudo.
ResponderEliminarBuenísimo, felicidades.
Abrazos con cariño.
Mi querida Marina, qué honor que lo hayas leído! Mil gracias!! Es todo un logro para mí saber que te ha divertido, y ¿ qué se parece a una película? madre mía! si es que me otorgas el máximo galardón!
EliminarUn abrazo que cruza a saltos de alegría los kilómetros hacia ti.
Waoo es una increíble historia que describe lo hermoso y mágico que es la inocencia, un sentimiento muy castigado injustamente, cuando su belleza es muy muy grande.
ResponderEliminarMe encanto el relato amiga Carla, un fuerte abrazo
Si la envidia fuera tiña... la inocencia se castiga cuando la acompaña la belleza o el talento, como tiene ambos la protagonista. El personaje da para pensar en varias facetas, inocente, tonta, loca, espabilada encubierta... en fin, es el lector quien hace las interpretaciones y de esas interpretaciones nace el escritor.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado.
Un abrazo a la distancia, mi amigo Jorge.
Original y tierno
ResponderEliminarGracias Roxana por tu amable comentario y por tu tiempo.
EliminarUn saludo.
Naturalidad e inocencia a raudales,... vaya con Rosita la mosquita...
ResponderEliminarBuen trabajo!
La mosquita... puntos suspensivos je, je, a saber! Te agradezco mucho tu comentario que me ayuda a seguir trabajando en mis escritos.
EliminarUn saludo.
Hola, Carla. Menudo trasto tan imprevisible como adorable esta Rosita; y el tan tranquilo como protector. Su relación me ha recordado una comedia muy graciosa La fiera de mi niña, con Katharine Hepburn y Gary Grant. Muy fresco tu relato salpicado de alocado humor. Saludos y suerte 🖐
ResponderEliminarMe halagas, mi amigo JM, al compararlo con una comedia, aunque he de confesar que solo conozco a Gary Grant y de nombre nada más (pido perdón por mi ignorancia). Al ser imprevisible, Rosita hace bien su papel en el personaje, y Carlos hace bien el suyo, otro loco; aunque no tanto, con suerte, según se mire.
EliminarMuchas gracias por tu comentario tan detallado.
Un saludo y suerte para ti también.
Carla, me encantó tu relato. Rosita por más rara que sea, se la ve capaz de comerse el mundo. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarSacas a relucir otra faceta de la prota, pues sí, tonta o no, doté a mi personaje de talento para dar una imagen también de que pese a todo, puede comerse el mundo. Es muy rara je, je, pero conozco a algunas personas que parecen personajes.
EliminarMuchas gracias RR por tu bonito comentario.
Ni tan mosquita logró su príncipe, tal para cual. Buen relato. Saludos cordiales desde Puerto La Cruz Anzoátegui
ResponderEliminarMuchas gracias Raquel, por tu deferencia al visitarme y dejarme tu bonito comentario. Ya ves, a veces, quien intenta lo ridículo puede lograr lo imposible, dicen. Te mando un abrazo transoceánico, desde Barcelona.
EliminarPues con su inocente dulzura y a pesar de su desmañada forma de ser, consiguió una relación divertida con alguien que le siguió la cuerda y encontró que la felicidad no se da en las cosas perfectas ni en las situaciones ideales.
ResponderEliminarMe gustaron tus notas humorísticas.
Un abrazo.
Es agradable y gratificante leer tu impresión tan acertada del relato. Quizás Rosita sea una loca que nadie quiere tener cerca, pero Carlos no miró más que su lado bueno. Creo que es un ejemplo a tener en cuenta, si todos viéramos sinceramente solo lo bueno, el mundo iría mejor. Me alegra mucho que te haya gustado el humor desenfadado de la prota.
EliminarUn abrazote.
Hola Carla. Un relato muy tierno y emotivo el de Rosita. La joven estará un poquito loca, pero tiene loco de amor a todos los que le rodean.
ResponderEliminarMucha suerte en el Tintero. Un saludo.
Gracias Bruno, por tus generosas palabras. Me agrada que te haya causado esa impresión, Rosita posee distintas cualidades, positivas o negativas y en parte quise hacer un personaje querido, ya que la escena de los abuelos tiene matices personales, je, je. Yo era un trasto adorado por mis abuelos.
EliminarMuchas gracias, mucha suerte y muchos abrazos para ti, nos vemos entre líneas, compañero
Una historia muy dulce, Carla. Has logrado un personaje divertido y muy tierno. Mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarTe agradezco mucho, Marta, tus palabras. Me alegro que te haya dejado esa impresión este personaje tan polifacético como atrapante por sus ocurrencias.
EliminarGracias y suerte para ti también.
Dos besos.
Hola, Carla.
ResponderEliminarNo creo que los cuerdos sean más felices, y tampoco creo que tu personaje lo esté, todo lo contrario, lo que le pasa es que es totalmente libre y no tiene nada de maldad, :) Tierno, inocente y divertido relato.
Un abrazo, y suerte.
Esta Rosita da mucho de sí, sin duda. Estoy muy agradecida con tu analítico comentario. Me consta que ya muchos quisieran sentirse así de libres.
EliminarOtro abrazo y mucha suerte.
Yo tampoco creo que tu personaje lo esté, Carla, además de ser músico y de esos que, además, se forman como profesionales, esos sí están locos, jaja, con todos los respetos, pero sí, también se dice que si quieres ser feliz debes arrimarte a un músico, y si es tan loco, alegre e inocente como tu Rosita, mejor.
ResponderEliminarUn abrazo, Carla!
Era tan desgraciada por un lado, abandonada por sus padres, etc. que quise favorecerla de alguna manera, así que la hice pianista y con toda locura de los músicos. Bien visto, Pepe, eres grande.
EliminarOtro abrazo más fuerte.
Bien aplicado el refrán "dame pan y dime tonto". Divertidas peripecias de la protagonista aderezadas por una "loca inocencia" par acabar consiguiendo lo que quería. Me ha gustado, buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me reconforta mucho que te haya gustado y que te haya parecido divertido, era el requisito. Pues mira, al final consiguió lo que quería, como bien dices.
EliminarGracias por tus palabra llenas de ánimo.
Un abrazo.
Cómo puede cambiarle la vida a alguien que parece que nunca logrará despuntar. Rosita la mosquita, por lo menos no fue una mosquita muerta, si no muy viva, je,je. Y los del amor sin cero está muy bien buscado, ja,ja,ja.
ResponderEliminarUn saludo.
Me alegra sobremanera, Josep, que te haya sacado alguna sonrisa. Doté a mi personaje con un poco de todo para que no fuera nada concreto, y así parecería esta Rosita más descabellada todavía, aunque la reconcilié con la vida por otro lado, poniendo en su camino un poco de suerte.
EliminarMuchas gracias por tu tiempo y por tu comentario.
Un abrazo.
Hola, Carla. La imaginación y la locura se llevan muy bien. Al final Rosita "la mosquita" demostró que podía lograr una vida con su frescura y su inocencia.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Mirna, por tus palabras. Ya ves que hay una buena combinación entre locura e imaginación.
EliminarOtro abrazo fuerte.
Vaya, Vaya con Rosita la Mosquita, la Terremoto que no deja títere con cabeza. Menos mal que se encontró con Carlos que era el contrapunto y formaban una pareja muy compenetrada. Ha sido un relato divertido. Nos leemos. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra mucho, Isan, que te haya resultado divertido el relato. Muchas gracias por tu elaborado comentario.
EliminarEs un placer leer lo que escribes.
Otro abrazo.
Hola Carla
ResponderEliminarvaya personajes te has sacado de la manga, entre Rosita y el del gato, no sé con cual me quedo.
He disfrutado con la lectura de tu relato que fluye muy bien y te mantiene con la sonrisa puesta.
Suerte y abrazos
Me ha quedado separada la respuesta a tu comentario, Paola, aparece en seguida más abajo.
EliminarDe verdad, Paola, que me halaga mucho tu comentario. Cuando los personajes salen de la manga es imaginación pura trabajando para la creación de -en este caso- personajes, y creo yo que los mejores escritores son los dotados de tal capacidad de imaginar y crear, como si sus letras surgieran por arte de magia.
ResponderEliminarMil gracias por tu amable comentario, y me alegra saber que te he hecho sonreír.
Mucha suerte para ti también y te mando un abrazo con todo mi cariño.
Tal para cual es el título, muy bien elegido. Yo me quedo con Rosita, me ha encantado su felicidad, alegría y el ingenio que tiene con su corazón sin-cero. Bueno, se pasa un poco con los abuelos. Lo grotesco de Carlos con la tarta en la cabeza, ¡ja, ja, ja!; se lo tiene merecido por querer un esposa bobalicona y dependiente.
ResponderEliminarUn relato que se lee con fluidez y a cada momento te pone una sonrisa.
¡Felicidades, Carla, y suerte en El tintero!
Te agradezco muchísimo, Pilar, tu visita, y dejarme ese comentario tan elaborado es todo un honor viniendo de ti.
ResponderEliminarMe alegra haberte sacado más de una sonrisa. Para una amante de la poesía como soy, es un poquito más difícil que para los demás escribir en clave de humor, si me he acercado aunque sea un poco, pues estoy más que satisfecha.
Muchas gracias y un cariñoso abrazo.
Qué maldad la de Carlos al buscar una esposa dependiente. En parte, las cosas que le ocurren después son el castigo justo, supongo.
ResponderEliminarIgual, la diversión no debe haber faltado en esa pareja. Es hasta simpática la idea del matrimonio jugando en la playa como niños-
Lo del corazón sin cero me a hecho gracia, creo que voy a hacerle a mi novio la misma broma. Bien por la mosquita, gran personaje.
Mucha suerte en el concurso.
Quise decir "me ha hecho gracia", se me fue la h xD
EliminarJa, ja, ja! qué gracia que le harás la broma a tu novio, la verdad es que es un gesto simpático.
EliminarTe agradezco mucho tu amable comentario, Cyn, y la opinión que te merece.
Un abrazo fuerte y mucha suerte a ti también.
Estoy con Cyn en lo de la esposa dependiente... menudo elemento. Una tierna y divertida historia. Y sobre todo, diferente.
ResponderEliminar¡Un saludo y mucha suerte!
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarLa locura inocente de Rosita transmite una felicidad que a veces no hallamos en otras personas tan cuerdas y perfectas. Divertidos diálogos y ocurrencias que hacen que el relato se lea del tirón. Un abrazo y suerte en el Tintero.
ResponderEliminarGracias por analizar mi trabajo y por tu comentario tan positivo. Un abrazo fuerte.
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