Iba creciendo sin entender la vida
a duras penas su madre que sola lloraba
nunca dejaba que le faltara comida.
A su alrededor brotaban
risas de niños mal educados
cómo podía ser
que siempre tuvieran regalos?
Él era dulce y cariñoso
dispuesto siempre a ayudar
no entendía porqué
los Reyes Magos
no se acordaban de él.
Se hizo un hombre sin entender porqué
mientras unos tienen tanto
a otros se les enseña
solo a tener fé.
Llegó el día en que aquella muchacha
que todos querían
que ni siquiera a mirarla
él se atrevía
por su hermosura por su alegría
adornada de oro ella siempre iba
brillaba de noche y también de día.
Ostentosos obsequios
siempre recibía
de jóvenes apuestos
llenos de energía
pero la bondad de él
su madre le decía
nadie la igualaba
mas un puño en su corazón
cada noche le dañaba.
La noche del cinco de enero
sentado frente al mar
melancólico miraba
el monótono vaivén
como si de sí mismo se tratara
sin un antes ni un después
que a su alma motivara.
La luna brilló
en su máximo esplendor
cuando ella se le acercó
con una rosa en la mano que
le entregó con amor:
-Esta noche de Reyes
te traigo esta rosa
acéptala por favor,
vengo en busca
de tu noble corazón.
Con radiante sonrisa
él pudo entender
la respuesta a su pregunta
para qué tantos regalos?
si solo basta tener Fé.
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