sábado, 15 de junio de 2019

OLEAJE DE VIDA

vida, experiencia, salud, viajar

Reunidas en la Sala de la Vida, descansaban de su ajetreo diario las olas que mueven el mar de nuestras vivencias:


Habló la Experiencia:
—La vida no es como las matemáticas, que es una ciencia exacta y si te la explican la puedes entender.

Contestó la Tozudez:
—Háblame de tus vivencias y la entenderé.

Se acercó cojeando la Vejez:
—Tozudez, haces honor a tu nombre.

La Rebeldía dijo:
—Los viejos se creen dueños de la razón.

La Razón, dándose por aludida, declaró:
—Todos creen poseerme, pero la verdad es que soy yo que elijo a unos pocos para entregarme, a la mayoría los dejo equivocados.

Y, para no ser menos, la Equivocación:
—Yo me adueño de todos, ji, ji! y a casi ninguno les dejo saber que está equivocado ji, ji! así que les hago creer que son los dueños de la verdad.

La Verdad, contestó:
—Aparezco cuando me necesitan, pero generalmente después de cierto tiempo, así los humanos aprenden de sus propios errores.

El Error:
—Y no saben que yo les perseguiré de por vida, aunque la primera vez que me encuentren será la que más recordarán. Al final de su vida no los castigaré tanto como cuando son jóvenes.

Ofendido, el Acierto se defendió:
—Y yo no existo?? Voy ayudando a los justos pero no faltan injustos que se aprovechan de mi bondad.

Arreglándose el pelo, apareció la Bondad:
—Todos con una sonrisa en su rostro dicen que les pertenezco, a pesar de que a veces esa sonrisa es maliciosa. 

Y la Maldad, henchida de entusiasmo, dijo:
—Je, je! no todas las veces me descubren y me encanta respirar ese ambiente que no es justo. Je, je!

Y habló la Justicia:
—Yo siempre aparezco, a veces camuflada en otro momento. A cada víctima la beneficio dando al agresor su merecido. A veces bajo otra forma, a veces disfrazada de injusticia.

Apaciblemente, dijo la Injusticia:
—Yo me interpongo, porque mi nombre no es ausencia de sonido, sino que por mi nombre responde la indiferencia. Y donde estoy yo, está ella.

Y... la Indiferencia!:
—A mí no me importa nada ni nadie, si al final todos se van a morir.

Apareció la Muerte, enseñando su filosa cómplice:
—Ja, ja, ja! al final a todos y cada uno me los llevaré, sin mirar el color de su corazón. Ja, ja, ja! vendré con mi fiel cuchilla y no miraré cuán lleno tienen el bolsillo... simplemente los dejaré sin vida.

Entonces, se pronunció la Vida:
—Alguien me ha llamado?
Empiezo aquí repartiendo experiencia.

Y habló la Experiencia...



cg

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